Parral, Chihuahua – La aclamada actriz y comediante Consuelo Duval se convirtió en el inesperado ángel guardián de una niña perdida en las frías calles de su natal Parral, en una historia que ha conmovido a la comunidad local.

La noche era especialmente fría en la “Capital del Mundo”, como se le conoce a Parral Los faroles parpadeaban con debilidad, su luz apenas lograba atravesar la helada niebla que cubría el barrio. Consuelo Duval, conduciendo su camioneta por las calles slick con el hielo de la noche, sintió un nudo en el estómago. La vida, a pesar de su éxito, no siempre había sido fácil, y conocía de cerca el desamparo.

Fue entonces cuando la vio.

Una pequeña figura sentada sola en la banqueta, casi invisible en la penumbra. Una niña, de no más de cinco años, con el cabello rubio y desordenado y las mejillas surcadas por lágrimas. A su lado, una pequeña mochila entreabierta dejaba asomar un conejito de peluche. Los autos pasaban sin detenerse, los transeúntes desviaban la mirada. Pero Consuelo frenó.

“¿Estás bien, mi reina?”, preguntó Consuelo con la calidez que la caracteriza, acercándose lentamente para no asustarla. La niña, con los ojos azules llenos de miedo, apenas pudo negar con la cabeza.

“Me llamo Sofía”, susurró la pequeña. “Nadie me ayuda”.

Consuelo sintió una punzada en el corazón. Sabía lo que era sentirse invisible en un mundo que sigue su curso. “¿Y tu familia, chiquita?”, preguntó, poniéndose a su nivel. “No sé”, sollozó Sofía. “Se fueron y no encuentro mi casa”.

Sin dudarlo un instante, Consuelo la envolvió en una manta que llevaba en su camioneta. “No te preocupes, mi amor. Yo te voy a ayudar a encontrar a tu familia”, le dijo con una sonrisa tranquilizadora.

Mientras conducía por las calles de Parral, con la pequeña Sofía a su lado, la mente de Consuelo no dejaba de dar vueltas. ¿Cómo era posible que una niña tan pequeña estuviera sola en la calle? ¿Y por qué nadie más se había detenido a ayudarla?

La respuesta llegó de forma inesperada. Al pasar por un local con una televisión encendida, un noticiero local captó su atención. En la pantalla, la foto de Sofía. “Se busca a Sofía, hija del empresario Ricardo Loret de Mola. Se ofrece una recompensa de cinco millones de pesos por su regreso a salvo”.

Consuelo quedó en shock. La niña que temblaba a su lado era la hija de uno de los hombres más ricos del estado.

Sin pensarlo dos veces, se dirigió a la imponente residencia de la familia Loret de Mola, donde las luces de las patrullas y la presencia de reporteros confirmaban la angustia que se vivía en el interior.

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Al ver a Consuelo llegar con Sofía en brazos, la madre de la niña corrió hacia ellas con lágrimas en los ojos. “¡Mi bebé!”, exclamó, abrazando a su hija con desesperación. El padre, Ricardo Loret de Mola, se arrodilló, conmovido hasta las lágrimas.

Consuelo intentó retirarse discretamente, pero la pequeña Sofía se aferró a ella. “Gracias”, le susurró al oído.

El padre de la niña, con la voz entrecortada por la emoción, se dirigió a Consuelo. “Usted no solo salvó a mi hija. Salvó a nuestra familia”.

“No lo hice por la recompensa”, respondió Consuelo con humildad. “Simplemente no quería que se sintiera invisible, como yo me he sentido a veces”.

La noticia del noble gesto de Consuelo Duval, quien nació en Parral, Chihuahua, se extendió rápidamente. Aunque ella ha mantenido gran parte de su vida personal en privado, este acto de bondad ha resonado profundamente en el corazón de los parralenses y de todo México.